Por aquel entonces era un niño bajito y algo enclenque, pero increíblemente voluntarioso, constante y pillo. Lo curioso a día de hoy es que aquel chaval desgarbado sigue representando los mismos valores. Han paso los años, Jordi sigue siendo bajito y algo enclenque. Además de talentoso. Por supuesto, destacó en 2001 y lo sigue haciendo en la actualidad. El camino no está siendo sencillo, no tengo dudas de que se hará un hueco en el fútbol profesional, y más en concretamente, en Valencia.
Tuvo que emigrar del Barcelona porque otros le cerraban el paso, no le dejaban brillar. Mientras algunos hubieran caído en la inopia él no desistió, no bajó los brazos, no se dejó ir. Maduró como futbolista y como persona. Lo que no te mata te hace más fuerte. Confió en sí mismo, y sobretodo, tenía intactas las ganas de jugar a este deporte, de divertirse sobre el campo, de disfrutar de cada minuto de juego. Piensan los románticos en las segundas, terceras y cuartas oportunidades... muchas más de las que nos podamos imaginar. En Cornellà volvió a levantar el vuelo, mostrando todo su desparpajo y potencial, así que tardó poco en recalar en otro grande. En este caso, el Valencia. Nada más llegar se erigió como la figura y la gran esperanza del equipo filial. Su trayectoria siguió el curso ascendente al que estaba predestinado. El año pasado fue una de las sensaciones de Segunda División –jugó cedido en el Gimnàstic de Tarragona, le costó hacerse con la titularidad pero una vez se hizo con ella no la perdió-. El actual está intentando hacerse un hueco en el primer equipo del Valencia a pesar de la abrumadora competencia. Lo tiene difícil pero ya está demostrando que posee sobrada calidad para disponer de los minutos que disfruta por cualidades, calidad y potencial.
Extremo, mediapunta o segundo punta, es el rey del espacio. No gusta de entretenerse sobre el césped, tiene una facilidad innata para realizar el desmarque y ganar la espalda a su defensor. Técnicamente notable, es un hombre con cara de niño. Como aquel que en su día brillara con el FC Barcelona, en Arousa. No olvidamos sus carreras, sus jugadas, sus movimientos, su carácter. Una vez finalizado el campeonato subrayamos su nombre y dejamos pasar el tiempo –¡ quién pudiera detenerlo !-. No sabéis cuánto nos alegra no habernos equivocado. En ocasiones, ¡qué maravillosa puede resultar la vida! Porque nosotros nos sentimos en parte partícipes de su éxito, somos un granito de arena en una gigantesca playa.
Jordi Alba, el complicado paso de pequeño a gran hombre.
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- Escrito por Hoeman